En una celda de 15 metros cuadrados hecha especialmente para su encierro, el ex presidente de Brazil Luiz Inacio Lula Da Silva, cumpliría la condena que le impuso un juez, en una carcel de Curitiva, luego de dos días de resistencia.
A Lula se le impusieron 12 años de cárcel por cargos de corrupción. En declaraciones previas a su entrega, señaló que "cometí un crimen" que fue "llevar los pobres a la universidad, permitir que compren coches, que tengan comida" y "si es así, seré un criminal el resto de mi vida".
En un discurso cargado de emoción se despidió de miles de simpatizantes que, desde el jueves, rodearon el Sindicato de los Metlúrgicos de Sao Bernardo do Campo, donde se había refugiado.
El juez Sergio Moro, lo consideró culpable de corrupción en un escándalo en Petrobras.
Antes de su entrega, asistió a una misa en honor a su esposa recién fallecida, luego acusó a los poderosos de lograr su objetivo de llevarlo tras las rejas para impedir que participe en las nuevas elecciones para un nuevo gobierno en el que él participaría.
Antes de ingresar a la cárcel hubo actos de violencia entorno a la detención de Lula. Sus simpatizantes, miembros del Partido de los Trabajadores lanzaron petardos y la policía los repelió con granadas de gas lacrimógeno. Hubo varios heridos, entre ellos, una niña pequeña.
Tras unas tensas negociaciones, entre sus simpatizantes y la policía, Lula salió caminando en medio de un enorme tumulto, subió a un automóvil y partió, seguido de inmediato por un convoy de la Policía Federal.