La canciller Angela Merkel triunfó por cuarta ocasión en las elecciones generales de Alemania, como estaba previsto, sin embargo, este logro estuvo acompañado de tres hechos que serán significativos para su nuevo mandato.
Por un lado, su partido la Unión Cristianodemócrata (CDU) registró un importante retroceso en las preferencias de los votantes respecto al proceso de hace cuatro años, al sumar el 35.5% de los votos frente al 41.5% de 2013.
El otro hecho más relevante fue el ascenso de la extrema derecha como la tercera fuerza política de Alemania, el partido Alternativa para Alemania (AfD), calificado como xenófobo y anti migratorio, que ganó el 13% de los votos. Esto significa que, por primera vez, desde 1961, este grupo ocupará un lugar en el Parlamento.
El tercer suceso fue que el Partido Socialdemócrata (SPD), identificado como el aliado del CDU, sufrió la peor derrota electoral de su historia, con sólo el 21% de las preferencias de los votantes alemanes.
Los liberales y ecologista del FDP volvieron a ingresar al Parlamento con 10% de los votos.
Merkel que va así por su cuarto mandato, tras 12 años en el poder, dijo que la llegada de la ultraderecha al parlamento plantea un "nuevo desafío".
"No hay que darle vueltas al asunto, esperábamos un mejor resultado, pero no debemos olvidar que pasamos por un difícil mandato; en todo caso, logramos nuestro objetivo estratégico, que era seguir siendo el partido más fuerte y que no se puede formar gobierno en contra nuestra", dijo Merkel tras conocerse los resultados de las elecciones.
"Tenemos el encargo de formar gobierno y asumiremos esa responsabilidad en diálogo sereno con otros socios”, sostuvo.
El ascenso como cuarta fuerza política de los ultra derechistas generó manifestaciones en diversas ciudades alemanas y reacciones de preocupación de la comunidad judía ante las posturas del AfD de pedirle a los ciudadanos que sientan orgullo por lo que los soldados nazis hicieron durante la Segunda Guerra Mundial.
Este grupo político reprochó a Merkel su decisión de recibir a cientos de miles de refugiados, principalmente musulmanes, en 2015, a los que AfD calificó de “criminales y terroristas del mundo entero".
El Congreso judío mundial calificó a la AfD de "movimiento reaccionario vergonzoso que recuerda lo peor del pasado de Alemania".
"Que se vayan preparando para la que les espera. Vamos a recuperar nuestro país y a nuestra gente", dijo el líder del AfD, Alexander Gauland, lo cual, según algunos medios internacionales es una amenaza que desbarata las bases sobre las que se cimentó la sociedad alemana después de la Segunda Guerra Mundial y que hacía ver su rechazo a la ultraderecha por su pasado histórico.