La Casa Blanca enfrenta un ambiente político en crisis luego de que el presidente Donald Trump no asumió una postura de contundente rechazo a los actos violentos del fin de semana por parte de miembros de grupos nacionalistas blancos en Charlottesville, Virginia.
A la renuncia del CEO de Merck Kenneth C. Frazier como miembro del Consejo de Fabricantes, le siguieron los directores generales de Intel, Brian Krzanich, y de Under Armour, Kevin Plank.
Los tres empresarios declinaron continuar como consejeros del presidente estadounidense luego de que la reacción del mandatario sobre la muerte de una joven y 19 heridos por parte de un neo nazi que los arrolló con su vehículo durante una manifestación antirracista. El presidente Trump aseguró que la responsabilidad era de “muchas partes”.
El sindicato AFL-CIO, que tiene más de 12 millones de afiliados, dijo que evalúa su futuro en el Consejo de Fabricantes.
Ante la presión política, Trump no tuvo más que ceder y salió a condenar, después de dos días, al racismo.
“El racismo es el mal y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales”, fue la tardía declaración de Trump.
Versiones difundidas por The New York Times señalan que el magnate de las comunicaciones Rupert Murdoch urgió al presidente estadounidense el despido de su asesor estratégico Steve Bannon, ex director del portal de noticias de ultraderecha Breitbart.
Lo sucedido en Charlottesville se originó a raíz de que el gobierno local manifestó su intención de retirar la estatua de Robert E. Lee, un general de las fuerzas por esclavistas de la Confederación Sur durante la guerra civil estadounidense. Los grupos autodenominados nacionalista blancos protestaron contra esta decisión y se congregaron para impedirlo.
Alcaldes de ciudades como Baltimore y Lexington, así como funcionarios en Memphis, Tennessee y Jacksonville se pronunciaron a favor de tomar medidas para retirar los monumentos de la Confederación pro-esclavitud de la Guerra Civil estadounidense.
El gobernador de Tennessee, Bill Haslam, instó a los legisladores a quitar un busto ubicado en el Capitolio de Nathan Bedford Forrest, un general Confederado y miembro inicial del Ku Klux Klan.