El conflicto central entre Estados Unidos y el Kremlin es quedarse con el control de Siria para tener una ventaja clave en el sector energético.
Una de las principales iniciativas del gobierno de Donald Trump es permitir que la Unión Americana sea autosuficiente en el abasto petrolero para el desarrollo industrial y que tenga los inventarios necesarios para controlar también el mercado externo.
Actualmente, Estados Unidos alterna constantemente con Arabia Saudita y Rusia el primer lugar mundial en bombeo de crudo, pues las tres naciones producen entre nueve y 11 millones de barriles diarios y de forma conjunta aportan casi una tercera parte de los insumos mundiales, pero la nación euroasiática lleva la mano en la extracción de gas natural, pues genera dos mil 90 millones de metros cúbicos diarios de este insumo.
Además, el año pasado, Rusia aportó 66% del combustible que consumió en la Unión Europea, misma proporción que podría incrementarse a partir de la construcción del gasoducto que atravesaría Irak y Siria.
También se suman las declaraciones de Vladimir Putin que apuntó a que ese país tiene todas las capacidades para convertirse en el mayor productor global de gas natural licuado.
El mandatario destacó el avance rápido de las obras de una planta de gas natural licuado en la península de Yamal, en el noroeste de Siberia.
"Si seguimos actuando de esta manera y a este ritmo, sin duda, Rusia no solo podrá ser, sino será el mayor productor de gas natural licuado en el mundo", dijo.
Por ello, el jueves pasado Putin declaró que a pesar del ultimátum que puso Rex Tillerson, secretario de Estado de la Unión Americana, Rusia mantendrá el apoyo de Siria.
Por su parte, Estados Unidos busca ampliar la presencia y el control sobre el mundo árabe, pues ya tiene control sobre Irak y busca tener presencia cerca de Irán para bloquear las posibilidades de que incremente su capacidad nuclear, al tiempo que también cuenta con reservas muy grandes de petróleo y se ubica entre los 10 productores más grandes del mundo.
LOS BOLIVARIANOS
Rusia también tiene aliados en el sur del continente americano, pues Bolivia y Venezuela están del lado del Kremlin, que podría apoyarlos en el desarrollo de su sector de hidrocarburos.
La nación encabezada por Nicolás Maduro atraviesa por una crisis económica ante la caída de los precios del petróleo, pero recientemente abrió el sector energético para la iniciativa privada, especialmente empresas rusas para echar a andar nuevos pozos petroleros, detalló Ramsés Pech, analista energético de Caraiva y Asociados.
Además, Bolivia –país que condenó el ataque de Estados Unidos a Siria, al considerarlo arbitrario- sigue los mismos intereses que Venezuela, sólo que busca apoyo para explotar yacimientos de gas natural, abundó el analista.