En medio de fuertes protestas de líderes mundiales y de su propio Partido Republicano, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump reiteró ayer que no se retractará de su plan de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio.
De acuerdo con el influyente periódico The New York Times, la Casa Blanca estaba buscando formas de que el efecto de las medidas sobre socios comerciales importantes no sean tan fuertes.
Las intensas presiones probablemente aplazarán cualquier presentación formal de los gravámenes hasta la semana próxima, según varios funcionarios consultados por el diario.
En una muestra de las resistencias, Paul Ryan, el republicano más poderoso en la Cámara de Representantes, advirtió a Trump que no avance con este plan arancelario que desataría una guerra comercial mundial.
El arancel de 25% al acero y 10% al aluminio no sólo aumentará los precios de los materiales dentro de Estados Unidos, pues, según la consultora Trade Partnership, se podrían perder hasta 146 mil empleos.
Se señala que una persona de la Casa Blanca dijo que el presidente sí estaba seguro de imponer aranceles y que la recuperación de ayer del mercado bursátil había tranquilizado a Trump al hacerle sentir que estaba en lo correcto.
Desde la semana pasada, Canadá y la Unión Europea no sólo han mostrado su rechazo a los impuestos, sino que han amenazado abiertamente con represalias comerciales, lo que ha puesto aún mayor presión en Estados Unidos.
Kevin Brady, el republicano que encabeza el poderoso Comité de Medios y Arbitrio de la Cámara baja señaló que el presidente debe exentar del arancel a todo el acero y aluminio de cualquier país que es comerciado bajo reglas justas, como Canadá y México.
China señaló que se opone al proteccionismo y respalda las negociaciones para las disputas comerciales, sin embargo, indicó que va a defender con firmeza sus intereses y derechos legítimos.