Gran Bretaña presentó el documento base para su salida de la Unión Europea en el cual propone un periodo transitorio para mantener el comercio libre por otros dos años a partir del 29 de marzo del 2019 cuando se concretaría su salida del bloque.
A su vez Bruselas ha alertado en numerosas ocasiones a Londres que no puede elegir un acuerdo a la carta. De hecho el líder liberal Guy Verhofstadt aseguró que "Estar -a la vez- dentro y fuera de una unión aduanera es fantasía".
El Reino Unido dio a conocer sus intenciones a sólo dos semanas de que se reabran las negociaciones sobre el “Brexit”, las cuales comenzaron con unos ingleses divididos tras la victoria electoral de la primer ministra Theresa May cuyo grupo es proclive a una salida tajante de la Unión Europea, y la posición más moderada del ministro de Finanzas Phillimp Hammond y sus seguidores, quienes buscan una salida suave que dañe lo menos posible la economía del país.
El ministro del Brexit, David Davis comentó que "una ruptura sin acuerdo sería negativa para la UE", en tanto que un arreglo aduanero permitiría a las empresas exportadoras un tráfico de mercancías libre de aranceles por tres años.
Cabe recordar que el 45% de las exportaciones británicas se realizan con la Unión Europea.
Davis enfatizó que “nosotros les vendemos a ellos bienes y servicios por valor de 230 mil millones de euros anuales. Ellos nos venden a nosotros 290 mil millones de euros. Hay en juego muchas cosas".
El 28 de enero inicia una ronda más de negociaciones y la confederación de la industria británica ha recordado al Ejecutivo que "el reloj sigue avanzando y las empresas necesitan confianza para poder invertir".
La iniciativa privada ha alertado del riesgo de estar sujeta a posibles aranceles, costosos controles fronterizos y nuevas regulaciones y exige claridad para sus planes de futuro y, obviamente, quiere fronteras comerciales permeables.
Por su parte el sector financiero, conocido como La City, ha vuelto a solicitar que se mantenga el pasaporte europeo para la prestación de servicios.
Bruselas asegura que estudiará las propuestas, pero insiste en que sólo negociará sobre un periodo de transición una vez se hayan hecho progresos sobre el proceso de salida. Y es que mientras para Londres la prioridad es dar claridad a sus empresas “el día después”, para Bruselas lo es la salida ordenada.
La Unión Europea quiere resolver varios aspectos cuanto antes, como los derechos ciudadanos o la factura que pagará Londres por la ruptura, tema que Londres no quiere negociar por el momento.
Por supuesto el Reino Unido no prevé hacer desembolsos para mantener la unión aduanera dado que, asegura, la apertura comercial beneficia a las dos partes.
La Gran Bretaña además pretende que la unión aduanera transitoria no le impida alcanzar sus propios tratados comerciales, algo que prohíben los acuerdos aduaneros actuales.
La unión aduanera, además, facilitará la transición en Irlanda, única frontera terrestre entre la Unión Europea y el Reino Unido, y en donde se considera que el establecimiento de fronteras puede poner en peligro el proceso de paz.