La sociedad en su conjunto dejó paralizadas ayer las principales avenidas del país por el descontento que hay por los despidos, pobreza y aumento de la inflación.
Todo ello se une al enojo que hay por las negociaciones que se han realizado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) entorno a la deuda que se tiene con el organismo.
La mayoría de los negocios estuvieron cerrados por el llamado “paro general” contra el gobierno que fue convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT) con el apoyo de todas las centrales sindicales y gremios independientes.
Los sindicatos y partidos de izquierda bloquearon los accesos a la ciudad de Buenos Aires y marcharon luego hacia el obelisco, en el centro de esta capital, ante la vigilancia de fuerzas de seguridad.
Fueron acompañados por trabajadores y directivos de las pequeñas y medianas empresas en lo que se consideró como el paro más grande de los años recientes.
No hubo trenes ni autobuses, ni aviones, ni Metro, las calles calles estaban vacías y muchos comercios cerrados.
El presidente Mauricio Macri y sus funcionarios calificaron al paro de manera despectiva. Incluso el ministro de trabajo, Jorge Triaca, señaló que éste no servía para nada.
La Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) expresó su satisfacción por la respuesta contundente del paro porque hay conciencia de que debe frenarse el actual modelo económico que encamina a la destrucción de Argentina.