La formalización de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, o Brexit prevista para marzo de 2019, atraviesa un sinuoso camino.
En tres días habrá de realizarse una votación inicial sobre el proyecto de Ley de Retirada de la Unión Europea en el Parlamento británico, pero el documento no ha convencido a muchos, debido a que argumentan que dota al Ejecutivo de gran poder, incluso por encima del legislativo en su función de crear y modificar leyes.
Con este nuevo marco legal se pretende derogar la ley de la adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) y permitir que las normativas comunitarias que se aplican actualmente en el Reino Unido continúen vigentes, incorporadas al derecho británico, al día siguiente de la fecha oficial de su retirada del bloque.
El proyecto de ley comenzó su fase de "segunda lectura" en los Comunes este 7 de septiembre y el debate concluirá con una votación prevista el próximo lunes. La intención del gobierno del Reino Unido es evitar un vacío legal a partir de la consumación del Brexit.
La oposición en aquel país asegura que no votará a favor de un proyecto en el que el Ejecutivo asume poderes que dejan de lado el escrutinio del Parlamento.
El ministro británico para el "Brexit", David Davis urgió hoy al Parlamento a respaldar el proyecto de ley de la Gran Derogación, que convertirá en británicas las leyes comunitarias tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea en 2019.
Luego de ser votado este próximo lunes, el proyecto de ley será sometido a un periodo de enmiendas para después llevarlo a una votación definitiva por parte de los Comunes y los Lores, aunque aún no se ha definido la fecha.
El Gobierno de la primera ministra, Theresa May, espera que esta ley se apruebe con el voto de los conservadores y de los diez diputados del Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte, de quienes depende después de perder su mayoría absoluta en las elecciones en junio pasado.
Pero también se debe resolver el tema de las obligaciones financieras que el Reino Unido tiene con la Unión Europea, así como el tema de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que se convertirá en una frontera exterior de la UE después de Brexit.
Hasta ahora no ha habido avances importantes sobre esto.