México tendrá dos nuevas marcas de gasolinerías antes de que termine el año que se sumarán a BP, pero no ha dado los pasos en la dirección correcta para eliminar un problema de 20 años de antigüedad: los huachicoleros.
Además, parece que Donald Trump trenza sólo la cuerda con la que podría ser ahorcado por el Congreso de los Estados Unidos, pues el juicio de destitución parece una posibilidad cada vez más real.
LO BUENO
En DON DINERO les informamos el éxito que tuvo BP con una de sus gasolinerías en satélite. Tal parece que otras grandes empresas también quieren entrarle a la brevedad al quinto mercado más grande del mundo en materia de combustibles.
Este año, Exxon Mobil y Royal Dutch Shell abrirán sus primeras estaciones de servicio en el país y las inversiones de la firma estadounidense llegarán a 300 millones de dólares en los próximos 10 años.
Por su parte una de las innovaciones de la angloholandesa será que también tendrá disponible el modelo de franquicia, por si les interesa tener un expendio de combustibles bajo esta marca.
LO MALO
Mientras todo es alegría con el anuncio de las inversiones en las gasolinerías, en la infraestructura para el transporte, Pemex y las autoridades sufren constantemente para combatir a los huachicoleros, es decir, aquellos que tienen por afición ordeñar los ductos de Pemex y revender la gasolina a mitad de precio.
Esto representa riesgos para las comunidades aledañas y para los carros que consumen este combustible.
Por si fuera poco, aunque es un tema urgente para el gobierno federal, los diputados aseguraron que “por procesos legislativos” la Ley para Combatir el Robo de Hidrocarburos no podrá discutirse sino hasta septiembre, cuando arranque el segundo periodo ordinario de sesiones.
Mientras tanto, los mexicanos y Pemex tendremos que pagar por las fechorías de unos abusados que se roban propiedad de la nación, porque de algún lado tiene que salir el costo del robo y una parte del precio actual de los combustibles, dentro de la logística incluye la seguridad.
LO FEO
Dicen que el pez por su boca muere y en este caso, Trump trenza la cuerda con la que podría ser colgado por el Congreso de Estados Unidos, después de que se confirmó a través de un memorándum que el mandatario pidió al FBI suspender las investigaciones contra Michael Flynn, ex asesor de Seguridad Nacional del mandatario, por sus supuestas relaciones con Moscú.
Esta orden, sumada al despido del mandamás del FBI, James Comey, son actitudes consideradas incluso por algunos legisladores republicanos como “obstrucción a la justicia”, lo que podría desembocar en el inicio de un proceso para separarlo del cargo.
Por si fuera poco, el mandatario se quejó amargamente con la Guardia Costera de Estados Unidos, pues “dice” que los medios y el resto del mundo ha sido “muy injusto” con él, pues desde su -muy particular punto de vista-, nadie más en la historia de la política de ese país había sido tan atacado.
Por si fuera poco, la inestabilidad derivada de estas nuevas acusaciones provocó un sisma en Wall Street, donde las principales bolsas tuvieron su peor caída en ocho meses.
La pregunta del millón: ¿cuánto le queda a Donald Trump dentro de la Oficina Oval?