Siria dejó de ser un productor significativo de crudo después de la guerra de 2011, pues en ese año producía 380 mil barriles diarios y este año no llega a tres mil, según datos del Ministerio de Petróleo de ese país; sin embargo, su ubicación geográfica es clave para la logística del hidrocarburo de la zona de la península arábiga.
Esta región incluye a naciones como Irak, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Iran, que en conjunto producen alrededor de 17 millones de barriles diarios, lo que representa casi el mismo porcentaje de la población mundial y estas afectaciones también podrían extenderse al mercado del gas natural.
En 2009, Bashar al Assad anunció la implementación de la estrategia de los cuatro mares, cuyo objetivo era convertir Siria en un nodo de transporte de petróleo y gas entre el Golfo Pérsico, el mar Negro, el Mediterráneo y el Caspio.
Después, el verano de 2011 Siria firmó un convenio con Irak e Irán para construir un nuevo gasoducto que saldría del yacimiento de gas South Pars que se ubica en Irán, pasaría por Irak y Siria, y desde atravesaría el Mar Mediterráneo llegaría hasta Europa.
El proyecto, que costaría 10 mil millones de dólares, tendría una capacidad de transporte de 110 millones de metros cúbicos al día y empezaría a funcionar entre 2014 y 2016.
Además, la escalada de un conflicto con Siria, teniendo de vecino a Irán, que es acusado por distintos países de tener proliferación nuclear fuera de las normas establecidas por la Organización de las Naciones Unidas, podría incrementar la tensión sobre un conflicto regional.
Irán –uno de los aliados de Siria- está dentro de los 10 productores más grandes del mundo, pues genera casi cuatro millones de barriles diarios.
A esto se suman las inconformidades de Rusia, que también tiene una relación cercana con el régimen de Bashar al Assad y que se disputa con Arabia Saudita y Estados Unidos el liderazgo mundial en producción de hidrocarburos.